jueves, 16 de marzo de 2017

Ki Tisá 5777

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel, Panamá

Parashat Ki Tisá comienza con la orden de la contribución obligatoria de Medio Shekel que todo hombre mayor de 20 años debía entregar anualmente e incluye también la conocida historia del becerro de oro.

Dios ordena al pueblo la entrega de Medio Shekel por hombre adulto (EX. 30-12-16) como forma de realizar un censo (para saber el total de la población de hombres mayores de 20 años se multiplicaba el total de lo recaudado por dos), de allí que los ricos no podían dar más ni los pobres dar menos. Ese dinero se utilizaba para las ofrendas comunitarias de expiación.

Más allá de los tecnicismos y las explicaciones que relacionan el censo con el mal de ojo (el censo siempre se hacía para reclutar ejército o para cobrar impuestos), creo que la idea de “ser contado” o “ser tomado en cuenta” por medio de un aporte monetario es un concepto muy poderoso también para nuestros tiempos.

Si además el objetivo como dice Torá era la “expiación de las almas” (Id. 16) es claro que el aporte igualitario del Medio Shekel – independientemente de la capacidad económica de cada uno - es una expresión del idéntico valor que se debe asignar a cada vida humana.

Tomando en cuenta el principio rabínico que establece que “no existe antes ni después en la Torá”, los sabios explican que el Medio Shekel fue impuesto como castigo por el becerro de oro (Talmud Yerushalmi, Shekalim 10a) y afirman que la razón de la contribución del Medio Shekel - en lugar de un Shekel entero - surge del hecho de que los israelitas solo pecaron hasta el mediodía.

Podemos señalar otra conexión interesante entre la contribución del Medio Shekel y la construcción del becerro de oro. En esta última historia, el pueblo demanda a Aarón que le haga dioses pues Moisés se demoraba en volver. Abrumado ante la petición popular, Aarón les responde: “Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y vuestras hijas, y traédmelos.” (Ex. 32:2)

Rashi (Francia, Siglo XI) explica que la razón de la solicitud de Aaron de pedirles que donen las joyas familiares, fue una estratagema para ganar tiempo, esperanzado con que el retorno de Moisés devolviera la calma al pueblo. Para su sorpresa, la respuesta fue inmediata y contundente: “Y todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que llevaba en las orejas, y los entregó a Aarón.” (Id. 3)

Fue la convicción y la acción comprometida de la gente lo que “obligó” a Aarón a fundir el becerro. Con todo lo negativo que llevó aquel acto, vale la pena destacar la decisión del pueblo de “meter la mano en el bolsillo” por aquella causa que defendía.

De esta forma, tanto la entrega obligatoria del Medio Shekel como la donación voluntaria de las joyas para hacer el becerro constituyen expresiones de cómo se expresan los valores y la identidad de un miembro en relación al colectivo por medio de su aporte económico.

Y en la combinación de ambos canales, el “obligatorio” y el voluntario” es como se ha desarrollado la clave para la supervivencia autónoma de las comunidades judías a lo largo de los siglos y en tan diversas geografías: El deseo y la responsabilidad de sus miembros de contribuir en forma equitativa (no siempre igualitaria) como testimonio de su pertenencia y ofrendando de acuerdo a su voluntad y a su capacidad para hacer viable la vida institucional judía.

Shabat Shalom

Gustavo

No hay comentarios:

Publicar un comentario